Entrevista: "Gustavo Rivero Vega"
"Los oficios tradicionales tienden a desaparecer, no están siendo rentables y si no se toma medidas, desaparecerán", Gustavo Rivero.
Gustavo, buenas tardes, ¿Por qué la continuidad con la loza? Bueno, podemos hablar de escuela de oficios, en este caso el oficio de la loza se trasmitía de madres a hijas y esto fue hasta bien avanzado el siglo XX. En mi caso, no tengo un círculo familiar directo, puede que de atrás sí, la escuela mía fue a través de Panchito, porque me interesaba conocer la cerámica. Surgió después de acabar las clases en junio y los estudiantes se planteaban qué hacer en el verano. Pues aquí en La Atalaya, casi lo más acertado era aprender la loza con Panchito; tenía un alto valor además, aquí no había otra cosa. Tengo varias anécdotas, bueno muchas. Pero recuerdo los primeros días. El primer día, me senté allí, fui con un amigo. Estuvimos toda la tarde hablando y, él tenía allí un par de alumnos y al término nos dijo que no tenía tiempo y que no nos podía enseñar. Pues nada, nosotros le ayudamos a recoger sus piedras y cando nos fuimos a despedir, nos dijo: bueno hasta mañana. El ven mañana supuso estar con él prácticamente hasta su muerte. A raíz de ese día fue compartir hasta un buchito de ron, él era muy aficionado al ron en la comida y un pizco por las tardes y, en una ocasión recuerdo que me dijo ¿solo o misturao? Le dije misturao hasta que acabé mareado por completo y me dije, nunca más porque de esta forma no puede uno trabajar. Él hacía sus potajes, invitaba a la gente a comer; su casa era un trasiego de gente, era muy hospitalario. Estamos hablando del año 82, La Atalaya producía loza, Pancho era una figura emblemática. Las guaguas de los turistas llegaban aquí y nos tiraban caramelos. Esa es una imagen no sólo mía sino de generaciones atrás, de ver guaguas de turistas que venían a ver La Atalaya. En la actualidad hay una agencia que viene dos veces por semanas y hemos tratado de recuperar esa imagen. Antes, la llegada de los turistas tenía un sentido más lúdico, más festivo, era un polo de atracción, algo novedoso.
¿La diferencia? Las técnicas de elaboración y las formas de trabajo. La técnica del urdido, las técnicas de elaboración. Otros centros por ahí, varían en las técnicas, como la de Hoya Pineda.
¿Qué relación hay entre Alud y la Peña del Barro? Previo a la creación de la Asociación de loceros y loceras se creó la Peña del Barro, que es la que promocionó la fiesta de la Traída del barro. De Alud, yo soy el único miembro que forma parte de la Peña del Barro. Fui uno de los que crearon esa Fiesta. Nos sirvió para reivindicar que se finalizara el Centro Locero de La Atalaya; a través de la prensa se presionó para que esto se pusiera en marcha, con peso de cara a la luz pública.
¿La Fiesta del barro comenzó con un sentido lúdico? Sí, se organizaba una semana cultural y se sigue haciendo, se hacía una exposición de cerámica en el Colegio Illera de la Mora, esto fue en el año 92, pero a partir del año 97, cuando se crea el Centro Locero, esa exposición pasa a llevarse a cabo en el Centro Locero y es el Centro con Alud al frente el que se encarga de organizarlo. La Peña del Barro se encarga más de la gestión de organización de todo lo que lleva la fiesta. La fiesta tiene un componente lúdico. Antes se iba a buscar el barro como materia prima, en verano, sobre las fiestas de Santiago, el 25 de julio; la fiesta lo recuerda acercándonos a la Concepción y hacer una especie de embarrada, una fiesta popular y se trae de manera simbólica un poco de barro cargado en un burro, siguiendo el ritual de antaño.
¿Cómo se mueve Alud en otros ámbitos? Cuando se ha organizado Jornadas o Congresos de alfarería, hemos estado presentes, en Santiago del Teide, en Pinolere, ambas en Tenerife. La FEDAC, que desde el Cabildo lleva la artesanía, organiza cursos y también estamos presentes en ellos.
¿Qué relación tienen con el Ayuntamiento? El titular público del Centro Locero y del Alfar de Panchito es el Ayuntamiento de Santa Brígida. En su momento, firmamos un Convenio con el Ayuntamiento de Santa Brígida para el uso y gestión de ambas infraestructuras. Ha sido un Convenio indefinido, no dotado económicamente por parte de la Corporación. El edificio, como tal, necesita un mantenimiento de los exteriores (pintura, barniz para la madera) y, lo cierto, es que acaba la Legislatura y el centro no ha sido dotado para nada en este sentido.
¿No existe promoción por parte del Ayuntamiento? Se hizo un amago de realización de visitas por parte de la Concejalía de Turismo, pero ya no se realiza. La página web del Ayuntamiento aparece la dirección del Centro, pero lo que es promoción como tal no existe. Esto es un legado cultural y patrimonial que ha llegado al siglo XXI. De todos modos hay que conocer para poder conservar y en este caso se tiene referencia en nuestra cultura pero los oficios tradicionales tienden a desaparecer, no están siendo rentables y si no se toma medidas, desaparecerán. Se necesita un apoyo para conservar la identidad de los mismos. El Centro locero, es algo vivo. Cuando llegas aquí a los artesanos trabajando, con las mismas técnicas que se trabajaban en la época prehispánica, el cual tiene un valor importantísimo y esto hay que conservarlo. Otras culturas tienen más conciencia de su patrimonio, sobre todo las culturas orientales, se le tiene respeto. Aquí si no es rentable, pues no es necesario mantenerlo. Esto es un recurso que tiene el municipio y que ojala otros municipios lo tuvieran. No se le está sacando el provecho que se le debería sacar como centro de visita turística o como centro de formación para escolares.
¿Por qué el Consistorio no trae a los escolares pagando a los monitores que aquí se encuentran? Yo sé de municipios que no tienen esa tradición artesanal y el Ayuntamiento paga monitores para que les trasmitan esa cultura a los escolares. Aquí no se paga ni los cursos, ni se libera alguno de nosotros para estar al Centro. Es un recurso infrautilizado. Debemos cobrar para mantener el Centro. Gratis trabajo haciendo mi obra y a veces no las vendo. Disfruto con mi trabajo y prefiero disfrutar de la pieza.
¿El futuro? Ahora mismo no hay gente aquí en La Atalaya con ese interés real de seguir con la tradición y, la gente que viene aquí a aprender son de fuera del municipio, gente mayor, adulta. Estaremos hasta que la edad nos ayude.
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